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Hay veces que ni el mismísimo Carlos “Cupido” Sobera puede hacer que surja la chispa entre dos invitados al plató-restaurante más famoso de la parrilla televisiva, y la cita que en First Dates empieza regular suele terminar con cada uno por su lado y si te he visto, no me acuerdo.
Anya viene aconsejada por su ex, que ya visitó el restaurante en otra ocasión. ¿Habremos encontrado en Luis al chico que busca? #FirstDates560 https://t.co/K7ZrmLUOps pic.twitter.com/LmU5MlLbVx
— First dates (@firstdates_tv) February 13, 2018
La cita entre Anya y Lucas, un argentino y una mexicana residentes en Barcelona, comenzó medio bien y terminó como el rosario de la aurora. El transcurso de la cena no hacía presagiar que en la decisión final, la que de verdad importa, los jóvenes acabasen con el cuchillo entre los dientes y tirándose puyitas a muerte.
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La primera en abrir las hostilidades fue Anya, que después de afirmar que Lucas le gustaba, fue rectificando y rectificando sus palabras hasta que sólo le faltó decir que no tocaba al argentino con un palo atado a un robot y manejado por un control remoto a un millón de kilómetros de distancia: “Ni las gafas, ni la estatura… No he sentido la chispa”.
Pobre Lucas, que espero su turno de réplica para hacerle un bonito traje a Anya y decirle que no quería una segunda cita ni borracho (esto no lo dijo pero se entiende): “No. Porque es muy superficial, desde el principio de la cita. Sólo le importa el físico. Desde el principio no te he gustado y entonces has puesto un candado que ha sido imposible de romperlo”. Ni con un cerrajero 24 horas abría Lucas el corazón de Anya. Una pena.
Luis no es chico de guardarse opiniones. Luego es normal que a Anya se le quede esta cara #FirstDates560 https://t.co/K7ZrmLUOps pic.twitter.com/SfmNfl8ejN
— First dates (@firstdates_tv) February 13, 2018
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Pero el joven no se terminó de quedar satisfecho después de llamar fría y superficial a su pareja de velada, y le deseó suerte con una ex pareja alemana de la que Anya había hablado durante la cena: “Ale, hasta luego, suerte con tu príncipe azul alemán”. No se lo tengáis en cuenta. No hablaba Lucas, hablaba su corazón herido.