Karmele Marchante vuelve a la actualidad con una impactante noticia: «Se ha muerto una rata que ahora estará en el infierno»

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Karmele Marchante, la voz incómoda de una época.

Durante décadas, Karmele Marchante ha sido una figura tan reconocible como polémica dentro del periodismo español. Desde sus primeros pasos en la prensa escrita hasta su salto a la televisión, su nombre siempre ha estado asociado a una actitud combativa y una lengua sin filtros. Su carrera, marcada por la crítica social y el feminismo, la convirtió en una pionera entre las mujeres que se atrevían a desafiar el statu quo mediático.

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A lo largo de su trayectoria, Marchante ha transitado por diversos registros: reportera, colaboradora, escritora y activista. Pero, más allá de los formatos, ha mantenido una coherencia inquebrantable: la defensa de sus ideales por encima de la popularidad. Esa postura, que muchos han interpretado como dureza o soberbia, le ha valido tanto admiradores fervientes como detractores implacables.

Hoy, cuando su voz resuena en redes sociales con la misma contundencia de siempre, sus palabras vuelven a generar titulares. Y esta vez, la razón tiene nombre y apellido.

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Un abogado tan mediático como temido.

El fallecimiento de José Emilio Rodríguez Menéndez, ocurrido el pasado jueves 16 de octubre, ha reabierto viejas heridas en la memoria colectiva del país. El abogado, que murió el día de su 75 cumpleaños, fue ingresado en el Hospital Central de la Cruz Roja de Madrid tras una larga enfermedad. Según ha trascendido, su familia ha decidido prescindir de velatorio y mantener la discreción en torno a los detalles de su muerte.

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Durante los años noventa y dos mil, Rodríguez Menéndez fue omnipresente en tertulias, platós y portadas. Con un estilo entre el show mediático y la estrategia legal agresiva, se labró una fama que lo convirtió en símbolo del sensacionalismo judicial. En palabras del propio abogado, solía presentarse como «el abogado del diablo», una definición que parecía disfrutar tanto como encarnar.

Su historial judicial es tan extenso como su presencia mediática. Defendió a personajes como El Dioni y Antonio David Flores, participó en casos que marcaron la crónica negra española y fue condenado en varias ocasiones por delitos de estafa y contra la intimidad.

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La reacción de Karmele.

Ante la noticia de su fallecimiento, Karmele Marchante no tardó en pronunciarse con su habitual franqueza. En su cuenta de X (antes Twitter) escribió: “Se ha ido al infierno una rata 🐀 de la peor especie: Rodríguez Menéndez. Individuo de los bajos fondos con incursiones en la prensa del colorín. Asociado con ADFlores… sacó la revista Dígame. En el primer número metió una foto mía en una jaula 🐀.”

Con este mensaje, la periodista no solo expresaba su desprecio hacia el fallecido, sino que evocaba una experiencia personal que dejó huella en su trayectoria mediática. Aquel episodio, en el que su imagen fue utilizada de forma vejatoria en una publicación dirigida por Rodríguez Menéndez, generó entonces una enorme polémica y un enfrentamiento público entre ambos.

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Memoria de una enemistad.

Las palabras de Marchante recuerdan la tensión entre dos personajes que representaban polos opuestos dentro del espectáculo mediático: ella, la periodista crítica y feminista; él, el abogado que explotaba la provocación como forma de marketing. Su enfrentamiento simbolizó una época en la que la televisión se convertía en un campo de batalla de egos, exclusivas y venganzas personales.

El comentario de Marchante no es un exabrupto improvisado, sino la reedición de una vieja herida. Aquella imagen suya en una jaula fue, para muchos, el reflejo del machismo y la impunidad que imperaban en ciertos sectores mediáticos. Por eso, aunque el tono resulte cruel, no sorprende que su reacción haya sido tan visceral.

Entre el juicio público y la memoria.

La muerte de Rodríguez Menéndez ha suscitado una avalancha de reacciones encontradas. Algunos recuerdan su faceta de abogado brillante, capaz de manejar causas mediáticas con astucia. Otros, en cambio, lo ven como un símbolo de los excesos y del deterioro ético de cierta prensa sensacionalista.

Karmele Marchante, con su tuit, ha puesto palabras a lo que muchos pensaban en silencio, y lo ha hecho sin maquillajes ni eufemismos. Como tantas veces, ha preferido el riesgo de la honestidad al refugio de la corrección. Lo cierto es que, en torno a su figura, el debate vuelve a ser el mismo: ¿crueldad o valentía? Mientras algunos critican a Karmele Marchante por su dureza, otros la defienden como una periodista que nunca ha tenido miedo de decir exactamente lo que piensa.