Las estremecedoras palabras de la madre del niño atropellado en Huétor Tájar: «Llamé a mi hijo y me dijo…»

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Cuando un país se queda sin palabras.

Hay noticias que logran detener el tiempo, sucesos que rompen la rutina y dejan a toda una sociedad sin aliento. A veces, un hecho inesperado irrumpe en la vida cotidiana y nos obliga a mirar de frente el dolor, a intentar comprender lo que resulta incomprensible. Cuando la tragedia golpea a una familia, la conmoción se extiende mucho más allá de sus muros: alcanza a quienes escuchan, leen o simplemente imaginan lo ocurrido.

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Así ha sucedido con el caso de Luis, un niño de 11 años cuya historia ha conmocionado a todo el país. Su pérdida no solo ha dejado una herida profunda en su entorno más cercano, sino que también ha despertado una oleada de empatía y tristeza colectiva. Las circunstancias que rodean el suceso han llevado a muchos a reflexionar sobre la fragilidad de la infancia y la importancia de acompañar a los más jóvenes en sus silencios y cambios de ánimo.

El pasado domingo, Luis perdió la vida tras ser atropellado en la autovía A-92, a su paso por Huétor Tájar, en Granada. El dolor que deja su ausencia es inmenso, y su madre, Mabel, revive con angustia los últimos instantes antes del accidente. “Llamé a mi hijo y me dijo que ya volvía, fue lo último que supe de él antes de morir”, recuerda entre lágrimas.

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Una vida reciente en España.

Luis había llegado desde Bolivia hacía apenas un año, reuniéndose con su madre y sus dos hermanas, que ya residían en España desde tiempo atrás. Según relata Mabel, el niño se adaptó rápidamente a su nuevo entorno y mostraba entusiasmo por todo lo que le rodeaba. Sin embargo, con el paso de los meses comenzaron a notarse cambios en su comportamiento. “Empezó a dejar de comer y mirar las calorías de los alimentos. Se obsesionó, hacía ejercicio continuamente”, explicó su madre al diario Ideal.

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Aquella transformación alarmó a la familia, que trató de entender qué le estaba ocurriendo. Luis había comenzado a preocuparse en exceso por su aspecto y a mostrarse más reservado de lo habitual. Su madre recuerda que intentaba animarlo, pero él respondía con evasivas o con un silencio que dolía más que cualquier palabra. Mabel cuenta que en el colegio su hijo pasaba por momentos difíciles debido a su aspecto físico y su origen. Aunque ella insistió en hablar con el centro, Luis “no quería denunciar”, prefería simplemente levantarse cada mañana y salir a correr para “bajar de peso”.

La madrugada que lo cambió todo.

Aquel domingo, Mabel despertó y descubrió que su hijo no estaba en casa. No había pedido permiso para salir tan temprano. Inquieta, lo llamó por teléfono, y él respondió con calma que “ya volvía”. Fue la última vez que escuchó su voz.
Pasaban los minutos y el niño no regresaba, por lo que la familia comenzó a buscarlo desesperadamente. “No me imaginaba que podría haberle pasado algo así”, confiesa Mabel.

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Al llamar a la Policía, recibió la noticia que ninguna madre debería escuchar: un menor había sido atropellado en las cercanías. Horas más tarde, tuvo que ir a identificar el cuerpo de su hijo. Luis no llevaba documentación encima, y fue ella quien confirmó, entre lágrimas, lo que nadie quería creer.

Las preguntas que quedan.

La Guardia Civil investiga aún las circunstancias del suceso, que se produjo a las 6:40 de la mañana en el kilómetro 201 de la A-92, en la salida hacia Huétor Tájar. La principal hipótesis apunta a un accidente de tráfico, aunque las autoridades trabajan para esclarecer cada detalle.

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Mientras tanto, el pueblo entero acompaña en silencio a una madre que ha perdido lo más valioso. La historia de Luis ha despertado una profunda tristeza en Granada y en todo el país, que sigue conmovido por lo ocurrido. Nadie puede permanecer indiferente ante un hecho así. La noticia ha sobrecogido enormemente a todos los españoles, que hoy comparten un mismo sentimiento de dolor, respeto y compasión.

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