Polémica por las declaraciones de la dueña de la clínica dental donde se trató a la menor fallecida: «La niña salió…»

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Un suceso que ha dejado a todos sin aliento.

A veces la vida cotidiana se ve sacudida por hechos que nadie espera. Son episodios que rompen la rutina y se instalan en las conversaciones de la calle, de las familias y de las redes sociales. Cuando afectan a menores, el impacto se multiplica y el desconcierto se vuelve casi físico. La sensación de seguridad que asociamos a ciertos lugares desaparece de golpe.

En ese tipo de situaciones, las preguntas llegan mucho antes que las respuestas. La ciudadanía quiere saber quién estaba al cargo, qué protocolos se siguieron y si se hizo todo lo posible para evitar el desenlace. Los primeros datos suelen ser fragmentarios y, a menudo, contradictorios, lo que alimenta la inquietud colectiva. Mientras tanto, las instituciones tratan de recomponer el puzle con informes, testimonios y partes médicos.

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Eso es exactamente lo que ocurre estos días en Alzira, en la provincia de Valencia. Una visita al dentista de dos niñas de seis y cuatro años ha terminado con una de ellas fallecida y la otra ingresada en una unidad de cuidados intensivos pediátrica. Lo que debía ser una sencilla intervención odontológica ha dado paso a una investigación judicial y sanitaria de gran alcance. El caso ha convertido a una clínica dental del centro de la ciudad en el epicentro de una conmoción que se extiende mucho más allá del municipio.

Dolor compartido.

Las autoridades sanitarias han suspendido de forma cautelar la actividad de la clínica privada mientras se aclara lo sucedido. La familia de la niña de seis años sostiene que la pequeña comenzó a encontrarse mal dentro del propio centro. Según su versión, la menor tenía cita a primera hora de la mañana para retirar varias piezas de leche y permaneció allí durante horas. Durante ese tiempo, siempre según el relato familiar, el malestar no dejó de crecer.

Los padres explican que la niña mostraba un sueño profundo que no remitía, dificultad para respirar y una reacción muy pobre a los estímulos. Relatan también que vomitó en varias ocasiones mientras permanecía en observación en la consulta. Pese a ese cuadro, aseguran que el personal de la clínica acabó autorizando que se marcharan y que se fueran a casa. Esa secuencia, para la familia, es el centro de sus dudas y de su dolor.

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En el domicilio, el estado de la pequeña apenas varió, de acuerdo con lo declarado por los progenitores. Aseguran que tras beber agua pareció mejorar durante unos minutos, pero después perdió de nuevo fuerza y dejó de reaccionar. Ante la gravedad de la situación, la trasladaron por sus propios medios al Hospital de la Ribera, donde entró ya en parada cardiorrespiratoria. Allí, el equipo médico intentó reanimarla durante un largo periodo, recurrió a una traqueotomía y administró oxígeno, pero finalmente solo pudo certificar el fallecimiento y activar el protocolo forense.

Versiones enfrentadas.

Mientras los informes médicos y legales siguen su curso, la clínica se ha convertido en un punto de atención permanente. Ubicada en pleno centro de Alzira, sus puertas cerradas llaman la atención de vecinos que se detienen a mirar el precinto oficial. La responsable del establecimiento, Mireia Vila, abandonó el local «Ida» y sin saber «qué decir» tras una intensa mañana de preguntas. Frente a las cámaras, insistió en que la menor salió del centro «aparentemente bien» y que «La niña se fue de aquí perfectamente, se empezó a encontrar mal después».

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La odontóloga afirma que el procedimiento consistió en empastar caries y extraer algunas piezas de leche, para lo cual se recurrió a una sedación mediante una vía. Su relato subraya que el objetivo era únicamente «relajar a la niña» y que en todo momento intervino un especialista en anestesia. «No fue ninguna operación», recalca, al tiempo que sostiene que la pequeña «llevaba una sedación, no llevaba anestesia general ni nada». También ha trasladado públicamente que «el anestesista no sabe qué ha podido pasar».

En este punto, la parte sanitaria y la administrativa se entrecruzan. La Conselleria de Sanidad ha confirmado que la clínica solo contaba con autorización para actividad de odontología-estomatología y para emplear anestésicos locales. Las técnicas de sedación con fármacos intravenosos requieren un permiso específico, personal cualificado y equipamiento de monitorización que van más allá de una consulta convencional. Según la versión del centro y de la propia Conselleria, fue un anestesista quien realizó la sedación, pero esa práctica se examina ahora con lupa a la vista de la licencia disponible.

El caso ha entrado ya en el ámbito judicial con la apertura de diligencias por parte de un juzgado de Alzira. El cuerpo de la niña ha sido trasladado al Instituto de Medicina Legal de Valencia para practicarle la autopsia. Paralelamente, las muestras de la intervención se han remitido al Instituto Nacional de Toxicología en Barcelona, que deberá determinar qué sustancias se utilizaron y en qué concentraciones. En este contexto, la propia responsable de la clínica ha declarado: «No sabemos qué ha podido pasar, parece que están investigando el lote defectuoso de anestesia».

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La segunda niña atendida ese mismo día, de cuatro años, también fue tratada en la misma clínica por problemas de caries en dientes de leche. Horas después, acudió a Urgencias del Hospital de la Ribera con fiebre, vómitos y somnolencia, según fuentes sanitarias. Tras una primera estabilización, los médicos decidieron su traslado en una unidad SAMU a la UCI pediátrica del Hospital Clínico de Valencia. Allí permanece ingresada en estado estable, mientras los profesionales siguen muy de cerca su evolución.

Juicio paralelo.

En las calles de Alzira, el caso se comenta en voz baja a la salida del colegio, en los comercios y en los portales cercanos a la clínica cerrada. Muchos vecinos expresan su tristeza por lo ocurrido y su inquietud ante la cadena de decisiones que rodearon la intervención. Al mismo tiempo, la investigación oficial avanza con discreción, pendiente de los informes técnicos y de las declaraciones de todos los implicados. En internet, sin embargo, el debate es constante y las opiniones se multiplican.

Las entrevistas de la odontóloga, sus frases a los medios y las filtraciones de datos médicos han generado un intenso intercambio de mensajes en redes sociales. Hay quienes consideran que la profesional ha dado explicaciones suficientes y piden esperar a las conclusiones de los peritos. Otros usuarios cargan sus críticas contra la clínica y cuestionan que se aplicara una sedación de ese tipo en un centro sin la autorización adecuada. Entre unos y otros, las palabras de la dueña han dividido a los internautas.

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