Miguel López del Pueyo es un logroñés que actualmente trabaja como Médico Interno Residente —MIR— de Medicina Familiar y Comunitaria en un Centro de Salud de Zaragoza.
Este lunes decidió compartir una vivencia personal en las redes sociales sobre una paciente fallecida: “Os voy a contar una historia de mierda para desahogarme: lo que pasa cuando fallamos como sistema sanitario“. Se trata de una estremecedora historia que se ha viralizado y que conmueve por su dureza y por su mensaje final: “¿Qué mierda estamos haciendo si fallamos así a la gente que se supone que tenemos que cuidar?”
Os voy a contar una historia de mierda para desahogarme: lo que pasa cuando fallamos como sistema sanitario.
— M. López del Pueyo (@mldelpueyo) April 11, 2016
Hace pocos meses a una paciente del cupo le diagnostican un cáncer de cuello de útero en estadio avanzado.
— M. López del Pueyo (@mldelpueyo) April 11, 2016
No es muy mayor, pensionista, clase trabajadora, casada, hijos emancipados. Vive con su marido. Hasta ahora venían juntos a la consulta.
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Hoy viene él. Han ingresado a su mujer, llevaba mal un tiempo. En Urgencias encuentran una insuficiencia renal brutal y una masa abdominal.
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En el estudio de extensión ven una tumoración voluminosa que comprime uréteres, diseminación metastásica… Se descartan opciones curativas.
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No obstante, el comité de tumores estima una supervivencia superior al año de vida por lo que proponen a la paciente para entrar en diálisis
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En nefrología ponen inicialmente cierta oposición y el marido viene hecho una furia: “¡son peores que los nazis!”
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Bueno, haya paz. Finalmente se acepta la indicación y la mujer, que cada vez está peor, empieza las sesiones de diálisis.
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Pasa el tiempo. Cada vez tiene más dolores y los traslados al hospital son atroces: diálisis, varias hemorragias, un ingreso, consultas…
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La situación se hace insostenible para la familia. Ya no pueden hacerse cargo de todo. El marido viene mucho por el CS, está desesperado.
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Está pendiente la visita de paliativos que no llega, mucha lista de espera dicen, y ha tenido algún encontronazo con los de las ambulancias.
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Nosotros hemos hecho lo que hemos podido: nos pasamos varias veces por el domicilio, tratamos los dolores, la frustración, la ira.
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Un viernes nos lo encontramos en la sala de espera, nos ruega que ingresemos a su mujer, está fatal y no soporta más viajes al hospital.
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Pero claro, pensamos, en el hospital no van a aceptar un ingreso a largo plazo. Y en los de larga estancia no hay sitio o no hay diálisis
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Ponemos analgesia de rescate antes de los traslados y parece que funciona, aunque el estado de la paciente empeora durante el fin de semana
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Finalmente se hace obvio que la mujer no va a tolerar más idas y venidas y se decide retirar la diálisis y toda terapéutica agresiva.
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Al mismo tiempo llegan los de paliativos y se inicia la sedación terminal.
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Es lunes, o martes, qué mas da, y nos avisa un compañero que se ha pasado por la casa a última hora de la mañana. Ha fallecido.
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Dos días después salgo a coger un café a la máquina y me encuentro al marido, sentado en un rincón con la mirada perdida.
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Balbuceo un pésame, me siento con él y le pregunto qué tal está. Y entonces explota todo.
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Se lo comen los remordimientos, la culpa y el odio. Se ha sentido maltratado, abandonado por el sistema.
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“Mi mujer se ha muerto sin dignidad, se la han quitado de encima. Cuando llegó la morfina ya era muy tarde”
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Llora durante mucho rato y le pido el perdón más sincero que he pedido nunca. Me subo a la consulta bastante jodido.
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¿Qué mierda estamos haciendo si fallamos así a la gente que se supone que tenemos que cuidar?
— M. López del Pueyo (@mldelpueyo) April 11, 2016
Fallos de estructura, listas de espera, falta de coordinación y de comunicación, una atención paliativa insuficiente…
— M. López del Pueyo (@mldelpueyo) April 11, 2016
Así que no sé si al final sólo nos queda intentar hacerlo lo mejor posible, acompañar y ser honestos cuando la jodemos.
— M. López del Pueyo (@mldelpueyo) April 11, 2016
Fin
— M. López del Pueyo (@mldelpueyo) April 11, 2016
Una vez que la historia se ha hecho tan popular, el autor ha querido puntualizar dos cosas:
1. La historia no es una crítica a ningún servicio ni profesional en concreto, sino que es el sistema el que ha fallado en conjunto.
2. A pesar de lo que ha contado, según él historias como esta son la excepción. Hay que reconocer los errores, enmendarlos, seguir adelante.