El triángulo amoroso trágico: Raúl mató al menor que salía con su ex y ahora su familia…

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El crimen pasional que sacudió El Ejido: una tragedia marcada por la venganza y el miedo

Durante cinco días, el cuerpo de Raúl G. H. permaneció en la morgue de Almería sin que ningún familiar se atreviera a reclamarlo. Desde el viernes 7 de marzo hasta el miércoles 12, nadie quiso asumir la responsabilidad de despedir a este hombre de 41 años, nacido en el conflictivo ‘Barrio de las 80 Viviendas’ de El Ejido. ¿El motivo? El crimen que había cometido días antes: disparó a quemarropa a un adolescente de 16 años, cegado por los celos al descubrir que el menor mantenía una relación con su expareja, Hanae.

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Las consecuencias del asesinato siguen latentes en El Ejido, donde la tensión es palpable. «La situación está muy caliente», advierte un allegado de la familia del menor asesinado. «La familia de Raúl no reclama el cuerpo porque seguramente teme represalias». Esta sensación de temor no es infundada. Los dos únicos tanatorios de la ciudad han confirmado que no tienen previsto acoger el velatorio de Raúl, un hombre con antecedentes penales, divorciado y padre de una hija, cuya obsesión por Hanae lo llevó a cometer un crimen atroz.

Una ejecución a sangre fría

La madrugada del 7 de marzo se tiñó de sangre en la calle Francisco Ayala. Sobre las seis y media, Raúl vio salir al joven del piso de Hanae y, sin dudarlo, le disparó tres veces antes de quitarse la vida con un tiro en la cabeza.

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La identidad de Hanae ha sido objeto de especulación. Se trata de una mujer de 30 años, originaria de Marruecos y conocida como Fátima entre los vecinos. Su relación con el adolescente había sido aparentemente secreta, pero Raúl, incapaz de aceptar la ruptura, la descubrió y decidió tomar la justicia por su mano. La mujer, consciente del peligro que corría, desapareció inmediatamente después de conocer la noticia del asesinato de su joven pareja. «En cuanto le comunicaron que había muerto su novio, la mujer se marchó de la vivienda porque tenía miedo a represalias», confirman fuentes policiales.

Miedo y amenazas en El Ejido

La noticia del asesinato desató una tormenta de reacciones en El Ejido, especialmente en los barrios de Matagorda y ‘Las 80 Viviendas’. La familia de Raúl evitó reclamar su cuerpo por temor a represalias. «Muchos allegados se han marchado de ‘Las 80 Viviendas’, por miedo: dicen que va a correr la sangre», explica una fuente policial. Incluso cuando algunos miembros de la familia de Raúl intentaron presentar sus condolencias a los padres del menor asesinado, fueron expulsados del tanatorio con amenazas de incendiar su barrio.

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El odio y la rabia también han encontrado eco en redes sociales, donde los mensajes de venganza proliferan. «Te quiero, hermano, ya lo pagarán todo», se puede leer en TikTok. Mientras tanto, la Policía Nacional y la Policía Local patrullan las calles para prevenir cualquier intento de ajusticiamiento por mano propia.

El crimen que pudo haberse evitado

Las autoridades han calificado el asesinato como un crimen motivado por los celos. «Raúl mató por celos», señala una fuente policial. «El chico había pasado toda la noche con su expareja, y en cuanto lo vio salir del piso, le disparó». A pesar de la brutalidad del asesinato, no habrá detenciones. «El homicida se suicidó y la muerte extingue la responsabilidad penal», explican los investigadores, aunque la familia del menor aún podría exigir una indemnización por la vía civil.

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El adolescente asesinado, descrito por sus amigos como un joven de buen corazón, tenía una gran pasión por coleccionar gorras y tatuajes. Aquella fatídica noche, según relatan sus allegados, acudió al domicilio de Hanae para recoger un regalo: tres gorras que ella le había traído de Marruecos. Un gesto inocente que terminó en tragedia. «Al crío le gustaba coleccionar gorras y un amigo suyo contó que a las dos de la madrugada del viernes se fue a casa de la marroquí a recoger ese regalo», cuenta un amigo de la familia.

Dolor y duelo en Matagorda

El velatorio del menor se llevó a cabo en la casa de sus padres, en el Barrio de Matagorda, rodeado de familiares, amigos y un fuerte dispositivo de seguridad. La entrega del cuerpo se retrasó hasta el domingo, por lo que el duelo se prolongó durante dos días antes de su entierro el lunes. «Tenía 16 años y medio: estaba en la flor de la vida», lamenta un familiar. «Era una persona que no buscaba problemas».

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Por otro lado, el destino de los restos de Raúl sigue siendo un misterio. Su cadáver fue retirado del Instituto Anatómico Forense, pero ningún tanatorio de El Ejido aceptó recibirlo. Nadie sabe dónde ha sido enterrado, lo que ha dado pie a especulaciones y rumores en la comunidad.

Un crimen que deja heridas abiertas

Las imágenes de Raúl G. H. y su final trágico han circulado de móvil en móvil. Una de ellas, particularmente impactante, lo muestra tendido en la acera, vestido con un chándal gris, cubierto de sangre tras dispararse con una pistola de empuñadura dorada. Pero su muerte no ha traído consuelo a la familia del menor. «Los padres están muy mal», cuentan allegados. «Están sedados». «El dolor es muy grande». «Esto ha sido muy duro para la familia».

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Mientras la tensión sigue flotando en el aire, una frase se repite entre los familiares de la víctima: «Que la Justicia divina imparta Justicia».