España de luto: Fallece inesperadamente José Luis Parada Navas

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Un adiós inesperado.

Las tragedias, por su naturaleza devastadora, tienen la capacidad de dejar huellas indelebles en el tejido social, sobre todo cuando implican la pérdida de seres queridos. Aceptar la muerte como un componente inevitable del ciclo vital puede brindarnos un pequeño consuelo y un grado de resignación. No obstante, el sufrimiento se intensifica hasta volverse insoportable en situaciones donde la pérdida ocurre de manera inesperada y afecta a una figura admirada y amada por muchos. Tal es el caso del querido José Luis Parada Navas.

José Luis Parada Navas, sacerdote franciscano de la Provincia Franciscana de la Inmaculada Concepción en España y director de la revista «Verdad y Vida», falleció repentinamente este lunes a los 75 años debido a un infarto, según informaron fuentes cercanas a su familia. Parada Navas era una figura muy conocida en Cartagena, donde desde los años setenta se dedicó a la enseñanza de Filosofía y otras materias en el Colegio Franciscanos de Cartagena, institución de la que también fue rector durante varios años.

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El deceso tuvo lugar en Punta Prima, Orihuela Costa, y hoy su cuerpo será trasladado a su ciudad natal, Albacete, para ser enterrado este martes, según las mismas fuentes. Además de su papel como educador, Parada Navas era doctor en Teología Moral, Filosofía y Letras, y continuaba impartiendo clases en la Facultad de Educación de Murcia y en el Instituto Teológico de Murcia, donde también ejercía como director del Instituto Superior de Ciencias de la Familia.

Un legado duradero.

El Instituto Teológico de Murcia, institución en la que Parada Navas tenía un papel preponderante, hizo pública la noticia de su fallecimiento este lunes por la tarde. Destacaron su rol como guardián de la fraternidad de Cartagena (Murcia). La comunidad franciscana ha solicitado oraciones para que él pueda estar junto a «Nuestro Padre San Francisco y la Santísima Virgen María». La influencia de Parada Navas en su comunidad era profunda, siendo reconocido no solo por sus servicios diarios en la capilla del colegio, sino también por la calidez y cercanía con sus exalumnos y por la profundidad espiritual de sus homilías.

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La partida de Parada Navas deja un vacío significativo en la comunidad educativa y religiosa de Cartagena y más allá. Su dedicación al conocimiento y la fe, combinada con su pasión por la enseñanza, le permitió tocar innumerables vidas, dejando una huella perdurable en todos aquellos que tuvieron la oportunidad de conocerlo. El testimonio de sus alumnos y colegas resuena con el impacto positivo que tuvo en sus vidas, tanto dentro como fuera del aula.

La noticia de su fallecimiento ha resonado con fuerza, recordándonos la fragilidad de la vida y la importancia de valorar y honrar a quienes contribuyen con su vida y trabajo a la comunidad. La figura de Parada Navas permanecerá en la memoria de muchos como un ejemplo de dedicación y amor al prójimo, reflejando los valores más elevados de la tradición franciscana a la que dedicó su vida.

Una comunidad en duelo.

La conmoción por la muerte de José Luis Parada Navas se ha extendido más allá de la comunidad religiosa, alcanzando a todos aquellos que tuvieron la fortuna de interactuar con él. Sus contribuciones como educador y sacerdote han sido innumerables, y su influencia perdurará en la memoria de quienes fueron tocados por su sabiduría y compasión. La pérdida de Parada Navas es un recordatorio del impacto profundo que un individuo puede tener a lo largo de su vida, y de cómo su legado puede continuar inspirando a las futuras generaciones.

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Los servicios religiosos que él encabezaba diariamente en la capilla del colegio eran momentos de reflexión y enseñanza que sus feligreses y estudiantes valoraban profundamente. La cercanía y empatía que demostraba hacia sus exalumnos reflejan un compromiso genuino con el bienestar de su comunidad, trascendiendo el simple rol de educador para convertirse en una figura paternal y guía espiritual.

En este momento de dolor, la comunidad se une en el duelo, recordando a José Luis Parada Navas no solo como un sacerdote y maestro, sino como un amigo y mentor cuyo legado vivirá en los corazones de aquellos que tuvieron el privilegio de conocerlo. A medida que la ciudad de Albacete se prepara para recibirlo de vuelta para su último adiós, la comunidad franciscana y todos sus seres queridos lo mantienen presente en sus oraciones y pensamientos, celebrando una vida dedicada al servicio y a la educación.

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