‘First Dates’ no deja de sorprender.
En el competitivo mundo de la televisión, pocos formatos logran mantenerse tan frescos y vigentes como First Dates. Desde su estreno, este programa de citas ha captado la atención del público por su mezcla de espontaneidad, humor y emoción. Cada noche, su restaurante ficticio abre sus puertas a solteros de todas las edades y perfiles, en busca del amor (o al menos una cena entretenida).
Parte del éxito del programa radica en su capacidad de mostrar encuentros reales, sin guiones, donde el espectador puede verse reflejado o, al menos, reírse con cierta complicidad. La naturalidad con la que se desarrollan las citas, unida a personajes que no temen mostrar su personalidad sin filtros, mantiene enganchados a miles de espectadores. A eso se suma un equipo de producción que cuida cada detalle, desde el casting hasta el montaje, para que cada historia tenga su propio ritmo narrativo.
Años después de su lanzamiento, First Dates continúa siendo un espejo emocional para muchas personas. Ya sea por la búsqueda genuina de conexión o por el inevitable componente de entretenimiento, el programa ha sabido mantenerse como un fenómeno cultural. Y no es raro que, en medio de estas citas, surjan momentos que se vuelven virales en redes sociales.
Una cita con aroma a desencuentro.
Uno de esos momentos lo protagonizó recientemente Lourdes, una prejubilada de Barcelona que no se anda con rodeos. «Doy miedo a los hombres porque me ven segura y esto no les gusta, se sienten inferiores. Estoy convencidísima», sentenció la soltera con absoluta seguridad. Lourdes acudió al programa en busca de un hombre elegante, emocional y presumido, y el equipo pensó que Francisco, un abogado retirado de Girona, podría ser el candidato ideal.
Francisco hizo su entrada vestido con un traje impecable y su característica melena teñida de pelirrojo. Pero Lourdes, lejos de mostrar entusiasmo, no tardó en verbalizar su desinterés: «No me ha encajado el pelo, pero igual tienes otras cosas interesantes», le soltó con sinceridad brutal. Y aunque fue en privado donde más se explayó, sus palabras no dejaron lugar a dudas: «No me gusta su físico nada de nada. No es mi tipo, ni por envergadura, ni por sus rasgos».
A pesar del hielo inicial, la cita siguió su curso y ambos compartieron mesa. Sin embargo, la actitud de Lourdes no se suavizó, sino todo lo contrario. Francisco, por su parte, intentó mostrar su mejor versión, siendo amable y conversador. Pero la barcelonesa ya tenía su veredicto formado y no dudó en compartirlo con las cámaras.
Ni uñas, ni dedos, ni indulgencia.
«Está gordito. No es un hombre que se cuide. Hay hombres de su edad que se cuidan más y están mucho mejor que él. No me gusta nada de él, ni los dedos, ni las uñas. Soy muy observadora y lo he visto todo», declaró Lourdes, sin filtro alguno. La exigencia fue el hilo conductor de su discurso, mientras Francisco, sin conocer esa otra versión de la velada, seguía viéndola con buenos ojos: «Me parece una persona interesante, culta, agradable y con una conversación dinámica».
Lourdes no dejó espacio para la duda sobre sus estándares. Según explicó, había dejado a anteriores parejas por ser «secas» o por no estar a su mismo «nivel cultural». Y su búsqueda sigue siendo clara: «Busco una persona sensible, emocional, un poco parecida a mí. Si yo te hablo con cariño y tú me sueltas un chasco, para mí es que me has faltado al respeto», aseguró.
El momento de la decisión final reveló la asimetría de la cita. Francisco expresó su deseo de una segunda cita: «Me parece una persona extraordinaria. Me ha sorprendido», dijo con entusiasmo. Pero Lourdes, fiel a su estilo frontal, respondió sin rodeos: «Tendría una segunda cita de amistad. Si no me siento atraída físicamente, no voy más allá».
Redes aplauden la dignidad de Francisco.
A pesar del rechazo, Francisco se mostró agradecido por la sinceridad de Lourdes y se despidió con educación. Su respuesta, lejos de resentimientos, fue vista como un ejemplo de templanza y madurez emocional. En tiempos de egos heridos y reacciones impulsivas, su actitud fue todo un contraste.
Las redes sociales no tardaron en pronunciarse, y fueron muchos los que aplaudieron la manera en que el abogado gestionó la situación. Comentarios como “¡Qué señor!” o “Así se acepta un no con elegancia” inundaron las plataformas. Lourdes, por su parte, generó reacciones mixtas, entre quienes valoraron su honestidad y quienes la tacharon de excesivamente crítica.
Así, una vez más, First Dates logró ofrecer mucho más que una simple cita: un retrato humano que invita a la conversación, a la reflexión y, por supuesto, al inevitable cotilleo. Porque en ese restaurante de Cuatro, el amor quizá no siempre triunfa, pero las historias nunca fallan.