El legado dorado de una mansión en Bel-Air.
A comienzos de los noventa, la televisión estadounidense vivió una revolución amable disfrazada de comedia: El príncipe de Bel-Air. La serie, protagonizada por un carismático Will Smith, relataba las peripecias de un adolescente de Filadelfia que aterrizaba en la opulenta Bel-Air para convivir con su acaudalada familia.

Con su humor inteligente, sus temas sociales y su estética icónica, la sitcom se convirtió en una referencia generacional que aún hoy continúa inspirando memes, nostalgia y cariño genuino. En una era sin redes sociales, fue una de las primeras ficciones en mezclar crítica racial, cultura urbana y glamour televisivo sin perder la sonrisa.
Su sintonía sigue grabada en la memoria colectiva y su elenco, en la historia del entretenimiento. Cada personaje representaba una época, un tono, una mirada. Por eso, cualquier noticia vinculada a su universo toca fibras profundas en millones de espectadores.

Y esa emoción se ha reactivado esta semana, aunque por una razón tristemente distinta. Los fans de la serie han recibido una noticia que ha teñido de melancolía la memoria de aquella mansión angelina donde tantas risas se compartieron frente a la pantalla.
Una despedida que nadie esperaba.
“Ha fallecido a los 42 años tras sufrir un infarto en su casa”, confirmó su madre al medio estadounidense TMZ. Según relató, el suceso ocurrió durante la madrugada del miércoles en el domicilio familiar de Maryland, Estados Unidos. “Había sufrido tres ataques cardíacos en los últimos tres años”, explicó, recordando además que habló con él por teléfono la noche anterior, sin imaginar lo que sucedería horas después.

La repentina pérdida sorprendió incluso a quienes conocían de cerca su delicado estado de salud. La familia pidió privacidad en estos momentos, mientras los seguidores han comenzado a llenar las redes con mensajes y fragmentos de su breve pero significativa carrera.
Detrás del suceso se esconde la historia de un actor que, aunque no alcanzó la fama masiva, formó parte de uno de los universos más queridos de la televisión. Su paso por El príncipe de Bel-Air fue fugaz, pero suficiente para quedar grabado en la cultura pop.
El chico que fue Will por un día.
El intérprete dio sus primeros pasos en la industria siendo apenas un niño. Participó en anuncios televisivos y papeles menores hasta que el destino lo llevó al set de El príncipe de Bel-Air, donde tuvo el honor de encarnar la versión adolescente del personaje principal en un episodio de la tercera temporada. Fue un rol breve, pero simbólico: durante unos minutos, él fue Will Smith.

Poco después, amplió su trayectoria con otra aparición relevante en The Jacksons: An American Dream, donde interpretó a un joven Marlon Jackson. En el año 2000, sumó un papel secundario en un episodio del drama juvenil Young Americans, consolidando una carrera que prometía más de lo que el tiempo terminó permitiendo.
La huella que deja Floyd Roger Myers Jr.
Su nombre era Floyd Roger Myers Jr., nacido en 1983, y aunque su carrera no fue extensa, bastó para dejar una impronta nostálgica en quienes crecieron viendo las repeticiones de esas series noventeras. Su fallecimiento ha generado una oleada de mensajes de cariño, especialmente de quienes lo recordaban como aquel rostro joven que ayudó a construir la leyenda de El príncipe de Bel-Air.
Con su partida, se apaga una chispa más de aquella constelación televisiva que marcó la infancia de una generación. Pero, como ocurre con las buenas historias, su recuerdo seguirá vivo cada vez que suene aquella sintonía inconfundible que comenzaba diciendo: “Now this is a story all about how…”