
La proyección de la cocina española
La cocina española continúa consolidándose como una de las más admiradas y variadas del planeta. Cada vez son más los restaurantes que reciben el respaldo de la Guía Repsol y la Guía Michelin, logrando incluso sus preciados soles y estrellas. Entre ellos se encuentra El Bressol, en Valencia, un establecimiento cuyo menú es capaz de seducir a cualquier amante de la buena mesa. Así le ocurrió a Alberto de Luna, que compartió su experiencia, convertida en viral por el importe del ticket: 3.600 euros para tres comensales.
Dos años después de aquella primera visita, decidió regresar. “He vuelto a disfrutar de una comida absolutamente descomunal”, comenta al iniciar su relato. A partir de ahí, ofrece una apreciación general de su paso por el local: “Aquí el mar es el principal protagonista. Incluso un producto como el foie de oca se trata de forma marinera”.
La dirección del restaurante y su propuesta
El comensal también destaca quién se encuentra al mando del proyecto gastronómico: “Al frente del mismo, José Vicente, quien maneja magistralmente todo el restaurante, sala y cocina incluida, con la sola ayuda de una cocinera. Un hostelero de los pies a la cabeza y que ha heredado su buen hacer de su madre Petra, que en paz descanse”.
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Recomienda acudir sin reservas a este pequeño templo culinario: “Mi recomendación es venir aquí sin miramientos, avisando previamente de que prepare un festival. Ello te permitirá disfrutar de lo mejor que da el Mediterráneo”. Él mismo siguió ese consejo y optó por una selección de productos de alto nivel, como angulas, cigala blanca, cocochas, pepinos de mar y tartar de atún, entre otros platos y vinos.
Un espacio discreto y una valoración rotunda
Además de la comida, el propio establecimiento le resulta llamativo por su carácter único: “Local modesto, casi clandestino, que invita a encerrarse dentro y olvidarte del tiempo. Me arrepentí mucho de hacer ida y vuelta en el día, ya que me quedé con las ganas de hacer doblete, que es lo suyo en esta casa”.
Para concluir, no duda en ofrecer una apreciación global de su vivencia, calificándola como “absolutamente imprescindible”.