Lo nunca visto en ‘First Dates’: Polémica tras detener su cita por «por un motivo de peso»

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Polémica situación en ‘First Dates’.

Pocos formatos han conseguido lo que First Dates: mantenerse fresco, reconocible y querido después de tantas temporadas. En una televisión cada vez más dominada por la inmediatez y las redes sociales, el programa que conduce Carlos Sobera sigue siendo una cita fija para miles de espectadores. Su mezcla de espontaneidad, humor involuntario y momentos de ternura lo han convertido en un pequeño laboratorio emocional en horario de máxima audiencia.

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La clave está en su fórmula: desconocidos que se sientan a compartir una cena, un brindis y la posibilidad de enamorarse frente a las cámaras. El espectador, al otro lado, se convierte en confidente de sus nervios, silencios y deslices. Y cuando todo parece demasiado previsible, siempre aparece un participante dispuesto a recordarnos que el amor —o al menos el intento— sigue siendo un espectáculo imprevisible.

En la entrega de este miércoles, la emoción y la incomodidad fueron de la mano. Carlos Sobera, junto a la nueva integrante del equipo, Lidia Santos, recibió a un grupo de solteros dispuestos a poner su suerte en manos del destino. Entre ellos, José, un instalador barcelonés de 53 años que se definía como un hombre “muy intenso” y que acudía con la ilusión —y la ansiedad— de encontrar a alguien que compartiera esa energía.

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Cuando el romanticismo tropieza con la realidad.

El propio José reconocía que el amor se le resistía. “Llevo desde 2018 sin tener una cita. He conocido gente, pero el menú está muy mal. He tenido buenas parejas, pero era un capullo que solo pensaba con mis partes. Y ahora que pienso que con la cabeza no hay nadie”, confesó con desarmante sinceridad. Buscaba intensidad, pasión y conexión. Lo que no esperaba era que la velada le saliera completamente al revés.

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Su cita fue Adela —“Deli” para los amigos—, una programadora cacereña de 47 años que llegó con un ramo de flores y una sonrisa cálida. “Me considero una persona muy romántica y detallista. El amor y la belleza está en los pequeños detalles”, decía convencida. Sin embargo, la primera impresión fue un choque de trenes. “No es el tipo de mujer que a mí me atrae”, soltó él sin filtro. Y ella no se quedó atrás: “No me pone nada. No me gustan las dilataciones”.

La tensión fue en aumento cuando Deli empezó a sentirse mal durante la cena. “Creo que me está dando una bajada de azúcar. ¿Puedes pedir pan?”, pidió visiblemente mareada. José, preocupado, alertó al equipo: “¡Perdona! Le está dando una bajada de azúcar”. La situación, más propia de un drama sanitario que de una comedia romántica, hizo que ambos bajaran el ritmo y el tono.

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De la ayuda al exceso de confianza.

La soltera explicó su problema con naturalidad: “Tengo hiperinsulinismo y me baja el azúcar. No me voy al suelo, pero empiezo a sudar, me mareo, me pongo blanca, me tiemblan las manos… Se pasa muy mal”. José trató de auxiliarla, agitándole aire con una servilleta, pero su intento de cuidado acabó torciéndose por completo. Entre gesto y gesto, el soltero soltó un comentario que desató la incomodidad: “Me encantan tus pechos gordos”.

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La respuesta de Deli fue tan elegante como contundente: “Creo que hay una cosa que se llama educación y cuando no conoces a una persona no sabes cómo se va a tomar ciertos comentarios. Lo mejor es ir despacio”. El ambiente, que ya era tenso, se volvió definitivamente insalvable.

Aun así, intentaron reconducir la conversación. Deli habló de su pasión por la estética vintage y la moda alternativa. “Me diseño mis propios tatuajes y tengo un corset en la espalda”, contó, añadiendo que los tacones y la lencería eran otros de sus fetiches. La conexión, sin embargo, no llegó a prender. “No me siento atraída por él”, reconoció ella sin dramatismo.

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Una cita sin química, pero con repercusión.

El desenlace fue inevitable. Deli volvió a sentirse indispuesta, y José, de nuevo, pidió ayuda al equipo: “Lo siento, te estoy dando la cita”. Al final, ambos decidieron que no habría una segunda oportunidad. No porque faltara conversación, sino porque la chispa —esa que First Dates lleva años persiguiendo en cada mesa— nunca apareció.

El programa cerró su noche con una historia más de desencuentros, educación y límites personales. Pero lo que podría haber pasado desapercibido se convirtió en tema de conversación digital: los comentarios del pretendiente fueron muy comentados en las redes, donde muchos espectadores no tardaron en dar su veredicto sobre lo que no debería decirse nunca en una primera cita.