Máxima preocupación: Última hora sobre el estado de salud del marido de Lydia Lozano

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Duros momentos para la televisiva.

Con casi cuatro décadas de presencia ininterrumpida en la televisión española, Lydia Lozano se ha convertido en uno de esos rostros que el espectador reconoce de inmediato. Periodista de formación y colaboradora todoterreno, ha pasado por tertulias del corazón, debates y magazines en los que ha desplegado su carácter impulsivo y emocional. Su risa contagiosa y su facilidad para romper a llorar la han hecho tan parodiada como querida, hasta el punto de ser un personaje pop más allá de los platós.

A lo largo de su carrera ha vivido portadas, exclusivas fallidas, reconciliaciones públicas y sonadas polémicas, pero siempre ha regresado a la pantalla como si el directo fuera su hábitat natural. En espacios como los antiguos programas de sobremesa o los realities de prime time ha demostrado que domina el arte de mezclar información y espectáculo, sabiendo que la audiencia la ve casi como una vecina más que como una estrella. Esa cercanía, unida a su forma de gesticular y dramatizar cada anécdota, la ha convertido en una figura imprescindible del entretenimiento televisivo.

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Su vuelta a Telecinco en 2025 confirmó que, pese a los cambios del sector, sigue siendo un gancho seguro para el público. Volvió a sentarse en el plató con la misma energía, dispuesta a opinar, bailar si hace falta y dejar claro que no ha perdido ni un ápice de espontaneidad. Lo que nadie imaginaba es que, tras esa imagen de profesional consolidada, estaba a punto de enfrentarse en directo al momento más duro de su vida personal.

Entre fama y fragilidad.

En el programa «¡De viernes!», donde ha retomado su papel de colaboradora, Lozano decidió romper el muro entre personaje y persona para narrar el grave bache de salud de su marido, Charly. Explicó que una operación de urgencia en la espalda desembocó en una complicada infección bacteriana que terminó atacando un órgano vital. En ese relato, pronunciado con la voz temblorosa, soltó una frase que heló el plató: «La bacteria se comió una válvula». El problema obligó a un nuevo ingreso hospitalario y a una segunda intervención quirúrgica de alto riesgo.

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Desde entonces, la periodista se ha dejado ver en pantalla más vulnerable que nunca, intentando mantener la compostura mientras relata noches en vela y pasillos de hospital. «Estuve dos días sin parar de llorar cuando me dijeron que tenían que operarlo del corazón. No he llorado más en toda mi vida», reconoció ante las cámaras, mientras sus compañeros se quedaban en silencio. El desgaste se refleja en su rostro y en su forma de hablar, marcada por un cansancio físico y emocional que ella misma no trata de ocultar.

Fuera de foco, su rutina gira en torno al hospital madrileño donde Charly permanece ingresado y donde los médicos calculan que deberá quedarse al menos cinco o seis semanas más. El tratamiento pasa por potentes antibióticos intravenosos y analíticas constantes para asegurarse de que la bacteria no vuelve a aparecer. Las cámaras de Europa Press la han captado en los alrededores del centro, seria, resguardada bajo un paraguas, camino del quiosco de la esquina para comprar la prensa y airearse unos minutos tras largas jornadas al lado de la cama de su marido. Allí, según se pudo ver, mantenía conversaciones distendidas con la quiosquera, en las que buscaba un respiro y alguien con quien desahogarse.

Amor en cuidados intensivos.

La historia entre Lydia y Charly se remonta a los años 80, cuando ella salía con un amigo de él y aquella relación ya hacía aguas. En una de esas reuniones de grupo, bastaron unas horas para que la química se hiciera evidente y ella quedara atrapada por su sentido del humor y su manera de contar hasta cómo preparaba chipirones en su tinta. Menos de un día después, Charly la llamó para proponerle una cita y Lozano decidió cerrar definitivamente su anterior capítulo sentimental para empezar de cero a su lado.

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Se dieron el sí quiero el 22 de junio de 1990 y, desde entonces, han levantado una vida en común sostenida por la complicidad, el respeto y un amor que ha sobrevivido a duelos familiares y otros sustos de salud. En esta crisis, Charly intenta cuidarla incluso vestido con el pijama de hospital; ella lo resume con una frase tierna y orgullosa: «Es muy buen enfermo y las enfermeras le adoran.»

«Se preocupa por mí para que no esté todo el día en el hospital», añadía, dejando claro que la prioridad de él es que ella no se derrumbe. Ese retrato íntimo de una pareja madura enfrentándose al miedo ha corrido como la pólvora en redes sociales, donde la noticia ha sido muy comentada por los espectadores, que han inundado de cariño los mensajes dirigidos a Lydia y los deseos de pronta recuperación para Charly.

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