El arte de contar lo cotidiano.
Las historias sobre comida, supermercados o productos frescos siempre encuentran su audiencia. Tienen algo de confesión, algo de crónica costumbrista, y mucho de juicio público. La alimentación es universal y emocional: pocas cosas nos afectan más que lo que entra en nuestro plato. Por eso, cuando un producto triunfa o decepciona, se convierte rápidamente en tema de conversación colectiva.
En los medios digitales, los artículos sobre buenas y malas experiencias con establecimientos de alimentación generan clics, comentarios y reacciones viscerales. Es un terreno fértil para el debate porque todos hemos pasado por ahí: el melón insípido, la hamburguesa perfecta, el pan que huele a infancia. Además, estas publicaciones cumplen una doble función: informan y advierten. El lector no solo quiere saber, también quiere decidir si repite o evita.
El éxito de este tipo de contenidos también tiene que ver con su inmediatez: hablamos de lo que compramos hoy, comemos mañana y recomendamos pasado. En épocas como el verano, donde el calor agudiza los sentidos y condiciona las elecciones, todo se intensifica. El deseo de acertar en la compra se vuelve más urgente. Y entonces, aparece una fruta que nunca falla: la sandía.
Una apuesta 100% nacional.
La sandía que comercializa Mercadona durante los meses de calor tiene una procedencia clara y definida: solo se cultiva en territorio español. Este año, la cadena de supermercados ha vuelto a apostar por campos situados en Andalucía, Castilla-La Mancha, Región de Murcia, Canarias, Comunidad Valenciana, Extremadura y Cataluña. Una decisión que responde al compromiso de la empresa con la producción nacional. Y a una estrategia que refuerza la confianza del cliente en la trazabilidad del producto.
Este clásico veraniego se presenta en tres versiones adaptadas a diferentes necesidades: entera, media o en cuarto. El objetivo es facilitar su consumo sin comprometer la frescura. La campaña arranca en abril y se mantiene hasta octubre, cubriendo casi medio año de ventas. En 2023, Mercadona adquirió más de 115.000 toneladas de sandía cultivadas en suelo español.
La apuesta es clara: calidad, cercanía y sabor. «Es sin duda una de las frutas más demandadas por su gran contenido en agua, de ahí que trabajemos mano a mano con nuestros clientes y proveedores para definir la calidad que debemos ofrecer», explicaba la especialista de Mercadona Elvira Guill. Un enfoque que intenta equilibrar volumen de ventas con exigencia en la materia prima.
Del campo al lineal con nombre propio.
La sandía perfecta no aparece por arte de magia, se selecciona, se prueba y se ajusta. «Trabajamos estrechamente con proveedores especialistas para responder a las expectativas de nuestros clientes, que demandan una sandía dulce, con el color rojo característico de esta fruta de verano y una textura jugosa y crujiente», aseguraba Guill. Por eso, Mercadona trabaja con variedades como Bengala, Red Jasper, Moon Gem, Fenway, Style, Bazman y Boston. Cada una tiene características únicas que ayudan a mantener el nivel esperado por el consumidor.
Más allá del tipo, la filosofía de la empresa es clara: si no cumple con los estándares, no se vende. «Preferimos no tener a vender algo de mala calidad», repiten desde la compañía. En el caso de la sandía, esto implica seleccionar cuidadosamente cada lote. La fruta debe ser sabrosa, firme, hidratante y visualmente atractiva.
El atractivo de la sandía no se limita al paladar. Es una fruta baja en calorías, rica en vitaminas A, B6 y C, y con un alto contenido de agua. Esto la convierte en una aliada perfecta para combatir el calor, mantener la hidratación y seguir una dieta equilibrada sin esfuerzo. Salud y placer unidos en cada bocado.
Lo que exige la ley (y lo que no).
Uno de los puntos que más dudas genera entre los consumidores tiene que ver con el etiquetado de productos frescos. En su web, Mercadona aclara que la legislación vigente no obliga a indicar la fecha de caducidad en frutas y verduras enteras, aunque estén envasadas. Lo que sí debe figurar, por normativa, es la fecha de envasado. Esta distinción es clave para no generar confusión sobre la frescura del producto.
Sin embargo, la norma cambia cuando se trata de fruta cortada o mezclada con otros ingredientes. En estos casos, sí es obligatorio indicar una fecha de consumo preferente o de caducidad. Esto garantiza la seguridad alimentaria y permite al cliente saber hasta cuándo puede disfrutar del producto sin riesgos. Es una medida que prioriza la transparencia sin complicar al consumidor.
A la hora de comprar fruta fresca, especialmente en temporada alta, estos detalles marcan la diferencia. Saber de dónde viene, cómo ha sido tratada y cuánto tiempo puede conservarse es tan importante como el sabor. La sandía de verano no es solo una fruta, es también una historia de decisiones invisibles. Y cada año, esa historia empieza en el campo y termina en la mesa.