Se avecinan tormentas en el paraíso.
A medida que avanzan las semanas en Supervivientes, las dinámicas entre concursantes cambian radicalmente. La supervivencia en los Cayos Cochinos ya no se mide solo en arroz cocido y noches sin dormir, sino en relaciones tensas, alianzas frágiles y estrategias cada vez más visibles. En este punto de la edición, la convivencia se vuelve un campo de minas donde cualquier paso en falso puede costar muy caro.
Los participantes ya se conocen lo suficiente como para haber formado bandos, acumulado rencores y detectado a sus rivales más directos. Además, comienzan a sospechar —y en algunos casos, temer— quién cuenta con el favor del público. Esa intuición transforma las pruebas en duelos personales y las discusiones en auténticas batallas emocionales.
Es el momento más delicado de cualquier reality: el equilibrio entre seguir adelante o empezar a romperse. La tensión se cuela en cada prueba, en cada confesionario, y ahora también, en cada decisión de la organización. Y eso fue exactamente lo que ocurrió en la última gala de Tierra de Nadie.
El juego llegó al límite.
La noche prometía emociones fuertes, y cumplió. Carlos Sobera dio la bienvenida a una entrega cargada de momentos clave: la esperada salvación de Montoya tras su evacuación, una prueba de recompensa, y otra decisiva para elegir a los candidatos al liderazgo. Pero todo se descompuso cuando llegó el turno de la prueba clasificatoria para el grupo Furia.
Contrario a lo habitual, esta fase crucial se dejó para el cierre del programa, lo que acabó por provocar un final precipitado. En esta prueba, los concursantes debían sostenerse de una cuerda sobre el agua mientras cargaban pesados sacos y seguían instrucciones cada vez más complejas. Una propuesta exigente que sacó lo mejor —y lo peor— de algunos.
Laura Madrueño pidió a los concursantes colgarse de un solo brazo, complicando aún más una prueba que ya estaba al límite de lo soportable. Pelayo Díaz lo hizo con precisión, mientras que Damián Quintero cayó casi de inmediato. Makoke también terminó en el agua, aunque con una diferencia: tardó más en hacer el cambio de posición. Y ahí comenzó el caos.
Polémica a flor de piel.
“Pelayo se clasifica para el juego de prelíder y vamos a ver, tenemos dudas entre Makoke y Damián. Makoke ha tardado más tiempo en cambiar de posición y Damián ha sido el primero en cambiarse”, explicaba Laura con cierta inseguridad. La decisión no tardó en llegar, aunque de forma atropellada y sin margen para debatir: fue Damián quien se clasificó.
¡Pelayo y Damián se clasifican para la prueba de líder!
Lucharán por el collar el jueves 🏅
🏝️ #TierraDeNadie7
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Makoke, descalificada en el último instante, quedó expuesta a las nominaciones sin posibilidad de réplica. Carlos Sobera se vio obligado a cerrar la gala de manera abrupta, dejando una sensación de injusticia flotando en el aire. En redes, las reacciones no se hicieron esperar.
“Adiós a Supervivientes, no hay audiencia porque os lo estáis cargando el concurso”, se quejaba un usuario. “Tongazo”, aseguraba otro. Aunque Sobera pidió que se revisaran las imágenes desde España, la organización mantuvo la resolución, dejando a Damián y Pelayo como los únicos aspirantes al liderazgo. Pero la sombra de la duda sigue sobrevolando Honduras.