Somos muchos los aficionados a salir a correr por la ciudad o por el campo, para conseguir mantenernos en forma o simplemente para relajarlos. Pero hay algo sobre nuestra herramienta principal —nuestras zapatillas de running— que no todo el mundo sabe…
Lo cierto es que cuando elegimos un equipamiento cómodo, reflectante y transpirable, los corredores a veces nos olvidamos de que la mayor medida de seguridad es atarse correctamente los cordones de las zapatillas.
Y precisamente para eso sirve ese agujero extra que tienen las zapatillas. ¿Confusos? No os preocupéis, que os vamos a explicar paso a paso cómo se utiliza:
En primer lugar hay que localizar la abertura.
Introducimos su correspondiente cordón por él.
No hay que apretarlo del todo todavía, dejamos una especie de lazada de unos 4cm de largo, esta operación se repite en los 2 lados de la zapatilla
Ahora introducimos cada cordón, cruzandolo por delante del empeine e introduciéndolo en la lazada contraria.
Estiramos los 2 cordones de forma que se queden atrapados entre sí, como en la fotografía.
Para terminar, solo tenemos que atarnos los cordones como lo haríamos normalmente y ya tenemos la zapatilla más sujeta que con la forma tradicional.
De esta manera podemos correr seguros y evitar que los cordones se desaten, e incluso puedan provocar una caída. Aquí tenéis un tutorial que os enseñará a realizar un sencillo nudo con bloqueo, usando también ese desconocido agujero que solemos dejar vacío:
Por cierto, os explicamos el inquietante motivo por el que el botón de apertura o cierre de puertas de un ascensor nunca funciona.