Supervivientes y el arte de lo imprevisible.
Hay realities que se ven, y luego está Supervivientes, que se vive como una montaña rusa colectiva. Ninguna final de este formato ha sido jamás un trámite: el público cambia de parecer con una velocidad que ni las olas de los Cayos Cochinos pueden seguir. La emoción no se mide solo en votos, sino en cómo se tambalea el favoritismo con cada gala. Cuando parece que todo está decidido, un giro inesperado del público redefine la historia.

Predecir al ganador de Supervivientes es una ciencia imposible. No basta con medir la popularidad; hay que adivinar cómo reaccionarán los seguidores de los concursantes ya expulsados. A veces, el voto de los que perdieron decide quién gana. Y eso convierte el final en una ruleta emocional donde nadie puede cantar victoria hasta el último segundo.
El público de este formato tiene memoria, pero también corazón voluble. Se conmueve, se enfada, perdona y vota de nuevo como si todo empezara desde cero. Quizá por eso cada desenlace deja esa sensación de sorpresa incluso cuando la lógica parecía clara. Lo que está en juego no es solo un premio económico, sino el reconocimiento simbólico de haber resistido más allá del cuerpo, también del alma.
Y esta vez no ha sido distinto. Supervivientes All Stars 2 cerró anoche una edición breve pero intensa, en la que la emoción se estiró hasta el último segundo de gala. El resultado fue tan reñido que por momentos los porcentajes mostraban un insólito empate técnico: el histórico 50%-50% que hizo contener la respiración a los fans del programa.
Una final donde cada voto pesaba.
El duelo decisivo tuvo lugar tras 56 días de convivencia extrema, donde la selva se volvió espejo y enemigo de los concursantes. Allí, los supervivientes más recordados de la franquicia regresaron para ganarse el título de “leyenda de leyendas”. El premio: un cheque de 50.000 euros y la gloria de cerrar un ciclo.
La gala comenzó con cuatro aspirantes: Miri Pérez Cabrero, Jessica Bueno, Tony Spina y un veterano que ya sabía lo que era rozar la victoria sin alcanzarla. Poco a poco, las eliminaciones fueron marcando el ritmo de la noche. Tony fue el primero en caer, tras enfrentarse en una votación tensa que dejó el ambiente cargado.
Las pruebas físicas, diseñadas para medir fuerza y resistencia mental, definieron el destino de los finalistas. Las perdedoras —Miri y Jessica— tuvieron que apelar al voto del público, mientras el vencedor de la dinámica se aseguraba un billete directo al duelo final. Todo bajo la mirada de un Jorge Javier que sabía que estaba narrando una noche de récords.
El suspense antes del nombre.
El tercer puesto se resolvió con una votación ajustadísima. “Los espectadores de ‘Supervivientes All Stars’ han decidido con sus votos en la app de Mediaset Infinity que continúe su camino a la final… Jessica”, anunció el presentador, dejando a Miri con el bronce y una sonrisa amarga. La tensión en el plató era casi tangible, como si el público aún no quisiera soltar a ninguno.
¡Jessica continúa su camino hacia la final! 💥
Miri es la tercera finalista 🏆
🏝️ #SVAllStarsFinal
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Con solo dos nombres sobre la mesa, el reality alcanzó su clímax. Los porcentajes fluctuaban en directo, mostrando diferencias mínimas entre los finalistas. Los seguidores debatían en redes cada décima que cambiaba en pantalla, conscientes de estar presenciando el desenlace más apretado de la historia del programa.
Y fue entonces cuando llegó el momento que todos esperaban. “Los espectadores de ‘Supervivientes All Stars’ con sus votos en la app de Mediaset Infinity han decidido que el ganador o ganadora sea… Torres”, pronunció Jorge Javier con esa pausa que hace temblar incluso a las palmeras.
El regreso del héroe.
Rubén Torres, bombero catalán y veterano del formato, levantó por fin el trofeo que se le había escapado el año anterior. A la segunda fue la vencida. Con un 51,6% de los votos, se impuso a Jessica Bueno, que rozó la gloria con un 48,4%. Una diferencia mínima, pero suficiente para convertirlo en la leyenda que el programa prometía coronar.
¡Torres se convierte en el ganador de #SVAllStars! ✨🏆
🏝️ #SVAllStarsFinal
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Su reacción fue tan humana como épica: lágrimas, abrazos, y un grito de alegría que resonó en La Palapa. Laura Madrueño le entregó el cheque, y Rubén lo sostuvo con esa mezcla de incredulidad y alivio de quien ha peleado cada segundo. Su pareja, que viajó hasta Honduras para vivir el momento, se lanzó sobre él en un abrazo que resumió semanas de sacrificio.
En el plató, mientras tanto, su hermano Dani no podía contener la emoción. Había vivido la final “muy nervioso, muy contento por él, se lo merecía”, confesó. Recordó que en la edición anterior “lo pasé fatal cuando podía ganar y quedó segundo”, pero que esta vez “la audiencia ha votado coherentemente y a quien se lo merecía”.
Y ahora, qué hacer con la gloria.
Con la victoria asegurada, llegó la pregunta inevitable: ¿en qué piensa gastar el ganador los 50.000 euros? Dani, siempre con humor, lo explicó con naturalidad. Primero, una parte “irá a Hacienda”. Y luego, lo que todos esperaban: “Imagino que llevarme a comer. Invitarme a una cena, a todos los que hemos sufrido, a todo su entorno… Espero que a un restaurante caro, que se gaste la pasta, comamos bien, y luego nos vayamos a bailar o algo y echar unas risas”.
Las palabras del hermano del campeón se viralizaron enseguida. Los espectadores celebraron no solo el triunfo de Rubén, sino también la sencillez de su entorno, esa mezcla de orgullo y humor que encarna lo mejor del espíritu Superviviente. Así, la historia del bombero que ganó por fin su revancha cerró con una promesa: la de una cena muy esperada, y una alegría compartida por todos los que lo acompañaron en la travesía.