Diogo Jota, mucho más que un delantero.
Diogo Jota, conocido mundialmente por su talento con el balón, era una de las estrellas más brillantes del fútbol portugués. Formado en las filas del Paços de Ferreira y con una carrera ascendente que lo llevó al Wolverhampton y luego al Liverpool, Jota era también un hombre de familia, profundamente unido a su entorno más cercano. Este fin de semana, su nombre volvió a sonar en todo Portugal, no por un gol o una asistencia, sino por una tragedia que ha conmovido al país entero.
El pasado sábado, Gondomar —su ciudad natal— se detuvo para despedirlo a él y a su hermano André Silva. La Iglesia Matriz fue el epicentro del dolor compartido por familiares, amigos, vecinos y compañeros de profesión, quienes se acercaron para ofrecer el último adiós. “El clima de conmoción se sintió con fuerza en la Iglesia Matriz, donde familiares, amigos y vecinos se reunieron para despedirlos.”
Una despedida entre lágrimas.
Uno de los instantes más duros del funeral fue protagonizado por Rute Cardoso, esposa del futbolista, que encabezó el cortejo fúnebre. Su rostro, profundamente afectado, reflejaba el peso de una pérdida inconmensurable. A su lado, los más cercanos se unieron al recorrido en silencio, formando una barrera de afecto.
Rute Cardoso Breaks Down as Jota’s Coffin Leaves Church After Funeral Mass pic.twitter.com/VypDg0dpx9
— Exclusive (@jexclusive2680) July 5, 2025
La presencia de Rubén Neves, íntimo amigo de Jota, fue otro de los momentos que marcaron la jornada. El mediocampista viajó directamente desde Estados Unidos en un vuelo privado para estar junto a la familia en este difícil trance. “La acompañaban sus seres queridos, que caminaron a su lado durante todo el recorrido, en un gesto de contención y respeto.”
Compañeros de equipo, hermanos de vida.
El homenaje también reunió a varios futbolistas que compartieron vestuario con Jota. Desde Alexis Mac Allister, de sus días en el Liverpool, hasta figuras de la selección portuguesa, todos expresaron su pesar con gestos sobrios y abrazos discretos. Las imágenes del adiós dejaron ver lágrimas, abrazos largos y silencios que decían más que cualquier palabra.
El ataúd de André Silva fue llevado por sus allegados más íntimos, quienes, entre sollozos, apenas lograban contener la emoción. “Los allegados a André Silva fueron los encargados de llevar su féretro, quienes en varios momentos no pudieron ocultar sus lágrimas.” El duelo fue compartido, y en ese acto colectivo se sintió la magnitud de la pérdida.
Un viaje que terminó en tragedia.
Los hechos se remontan a la madrugada del jueves, cuando el coche en el que viajaban los hermanos perdió el control en una carretera de Zamora, España. Las primeras investigaciones apuntan a la rotura de un neumático mientras adelantaban a otro vehículo, lo que habría desencadenado el accidente. “Según informaron fuentes de la Subdelegación del Gobierno en Zamora, el accidente se produjo alrededor de las 00.30 del jueves.”
El vehículo, un Lamborghini, salió de la ruta en circunstancias aún bajo análisis, pero se sabe que no hubo terceros involucrados directamente en el siniestro. Ambos hermanos fallecieron en el acto, sin que los equipos de emergencia pudieran hacer nada por sus vidas. La noticia se propagó rápidamente, generando una ola de conmoción tanto en España como en Portugal.
Un trayecto poco común, por una razón de salud.
Lo que más llamó la atención fue el motivo del trayecto por carretera. Diogo Jota no solía viajar largas distancias por tierra, pero en esta ocasión había una razón médica de peso. “A Jota se le recomendó evitar los vuelos debido a una reciente operación de pulmón,” según reveló el medio portugués A Bola.
Tras alzarse con la Liga de Naciones junto a su selección, había pasado por quirófano y debía evitar la presión aérea. Por ello, diseñaron un itinerario terrestre: cruzar Portugal, adentrarse en España y llegar a Santander para tomar un ferry hacia Inglaterra. “El viaje completo estaba calculado en 31 horas, con dos noches de duración.”
El silencio que deja un ídolo.
El dolor por su pérdida se ha hecho sentir en todos los rincones del mundo del fútbol, pero en Gondomar, su ciudad, el vacío es mucho más personal. Los vecinos no solo perdieron a un referente deportivo, sino también a un joven al que vieron crecer. Las banderas ondeaban a media asta, y las calles parecían suspendidas en el tiempo.
Más allá del reconocimiento internacional, Jota era alguien que nunca se olvidó de sus raíces. El homenaje multitudinario de este sábado fue testimonio de eso: una despedida que unió a todo un país en una misma pena. Su legado no se medirá solo en goles, sino en el afecto sincero que deja tras de sí.