Ya es oficial: el giro de 180 grados que ha dado el caso del accidente de helicóptero de Nueva York

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Trágico suceso.

El 10 de abril, una familia española sufrió una trágica pérdida en Nueva York. Agustín Escobar, su esposa Merce Camprubí y sus tres hijos, de 4, 8 y 11 años, fallecieron tras el accidente de un helicóptero mientras realizaban un tour por el río Hudson. El piloto que los acompañaba también perdió la vida. El vuelo, parte de una actividad turística popular, terminó de manera devastadora, dejando en shock a la comunidad.

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Antes de abordar el helicóptero, las imágenes captadas por la empresa New York Helicopter mostraban a la familia llena de ilusión. En la foto, Escobar y su familia posaban sonrientes, listos para vivir una experiencia única sobrevolando la Gran Manzana. Sin embargo, lo que parecía ser una aventura inolvidable se transformó en una tragedia que arrasó con sus vidas.

Giro en la investigación.

En las investigaciones realizadas por la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB) de Estados Unidos, se confirmó que el helicóptero no contaba con dispositivos para grabar ni voz ni datos. La única posibilidad de obtener información a bordo recaía en unas gafas que llevaba el piloto, pero estas no han sido encontradas, lo que complica aún más el esclarecimiento de los hechos.

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El informe preliminar del NTSB revela que el helicóptero, un modelo Bell 206L-4, comenzó su descenso desde una altitud de aproximadamente 200 metros. En el último registro, la aeronave ya se encontraba a tan solo 38 metros del suelo antes de su fatal caída al agua. Testigos en el lugar del accidente informaron haber oído ruidos fuertes antes del descenso final, aunque no se especifica su naturaleza en el informe.

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Las investigaciones continúan mientras las autoridades intentan entender qué sucedió en esos momentos cruciales. Aunque no se ha llegado a una conclusión definitiva, el NTSB asegura que la aeronave había sido inspeccionada recientemente, y el piloto contaba con experiencia suficiente. Con más de 790 horas de vuelo acumuladas, de las cuales 48,6 fueron en el mismo modelo de helicóptero, parecía un piloto completamente capacitado para realizar vuelos turísticos.

La búsqueda de respuestas.

El piloto del helicóptero había comenzado su turno tras un periodo de descanso de diez días, conforme a los procedimientos laborales establecidos. Sin embargo, el hecho de que no se haya encontrado ninguna irregularidad en su formación ni en sus horas de vuelo plantea más preguntas que respuestas sobre lo sucedido en el aire.

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En cuanto al helicóptero, la última inspección oficial había tenido lugar el 27 de febrero, momento en el que la aeronave fue declarada apta para el servicio. Durante las semanas posteriores al último control, el aparato acumuló 50 horas de vuelo, sin que se registrara ningún problema en su funcionamiento.

El fuselaje del helicóptero sigue retenido para ser sometido a más pruebas, ya que los investigadores intentan desentrañar las causas del accidente. El informe preliminar no ha logrado encontrar fallos evidentes en el funcionamiento de la aeronave ni en su mantenimiento.

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El futuro de la investigación depende de la recopilación de nuevos datos y de la posibilidad de encontrar alguna pista que ayude a esclarecer cómo un paseo turístico por el río Hudson terminó en una de las tragedias más lamentables de la historia reciente de la aviación.

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